En el Día Mundial del Ictus, la SEA advierte de que esta enfermedad está infratada y de que no se siguen protocolos estandarizados de seguimiento de los afectados
En el marco del Día Mundial del Ictus (29 de octubre), la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) destaca la necesidad de reforzar el tratamiento y seguimiento de los pacientes de ictus, ya que la mayoría de ellos no logra alcanzar el control de los factores de riesgo vascular, y en particular, los objetivos recomendados de colesterol LDL (cLDL). Entre las enfermedades cardiovasculares, el ictus tiene con frecuencia un peor grado de control que la enfermedad coronaria: faltan protocolos asistenciales estandarizados para un mejor seguimiento a medio y largo plazo de los pacientes afectados.
Varios estudios internacionales demuestran el infratratamiento de los pacientes de ictus. En 2018, el estudio europeo Da Vinci reveló que, entre 1.100 pacientes de ictus, solo el 35% tenían un cLDL por debajo de 55 mg/dl, que es el objetivo establecido para pacientes que ya han sufrido un evento cardiovascular. En contraste, el 44% de los pacientes que habían sufrido infarto de miocardio cumplían con ese objetivo.
El estudio Santorini, también europeo, analizó en 2021 a 7.000 pacientes con enfermedad cardiovascular establecida, y solo el 20% lograba alcanzar sus objetivos de colesterol, “lo que nos confirma que estamos infratratando mucho, y los ictus todavía más”, asegura la Dra. Àngels Pedragosa, médico internista del Consorci Sanitari de Terrassa (Barcelona), especializada en lípidos y riesgo cardiovascular.
El registro mundial TIA Registry Project recoge datos de clínicas de neurología especializadas en ictus y ataques isquémicos transitorios (AIT en español) que hacen seguimiento de pacientes durante 5 años: en el momento del evento, al año y 5 años después. En estos pacientes, el cLDL basal cuando sucede el evento es, de media, de 120 mg/dl. Al año, de 95 mg/dl, y a los 5 años, de 92 mg/dl, cifras que están lejos del objetivo de 55 mg/dl. Según la Dra. Pedragosa, “a los pacientes con un AIT deberíamos prestarles especial atención: si bien su lesión neurológica es menor, tienen un riesgo de recurrencia superior a los pacientes con un ictus establecido, además de otras complicaciones cardiovasculares adicionales”.
“Tras un síndrome coronario agudo, está muy estandarizado el tratamiento, la rehabilitación cardíaca bajo control del cardiólogo y consultas de riesgo vascular, el control de los factores de riesgo, etc. Pero con el ictus no es así”, asegura la Dra. Pedragosa.
“Después de un ictus hay muchas complicaciones, y no solo tiene que haber rehabilitación física, dirigida por fisioterapeutas, sino también de la esfera cognitiva, social, etc. Y no se ha establecido un protocolo de rehabilitación neurológica que incluya el control de los factores de riesgo cardiovascular y, en particular, del cLDL”, subraya la especialista.
Las enfermedades cardiovasculares se sitúan a la cabeza de las causas de muerte en España, siendo el ictus la primera causa de muerte en mujeres, y también la primera causa de discapacidad a largo plazo, ya que en las mujeres los ictus suelen ser más severos . Aún así, según la Dra. Pedragosa, “en los pacientes con ictus, no solo no estamos tratando bien el cLDL sino tampoco otros factores de riesgo, como la dislipemia aterogénica”.
Equivalente a un infarto de miocardio
“Los profesionales nos hemos de creer que el ictus, especialmente el isquémico aterotrombótico, es equivalente a un infarto de miocardio. Por eso, debe tener unos objetivos ambiciosos, es imperativo controlar los factores de riesgo y hay que establecer los circuitos médicos adecuados para ello”, advierte la Dra. Pedragosa. “Además”, añade, “hemos de implantar tratamientos hipolipemiantes personalizados, haciendo un buen seguimiento para ver su adhesión, sus posibles efectos secundarios, sus resultados y, en caso necesario, ajustarlos”.
También es necesario un compromiso de la Administración: “Es primordial la prevención desde la infancia, dado que la implementación de estas medidas en edades tempranas puede cambiar las condiciones del medio social y eso es esencial”. “Y deben ofrecerse mayores facilidades para que todo el mundo pueda hacer actividad física”, concluye la Dra. Pedragosa.
Y es que la actividad física es una de las tres columnas de la prevención cardiovascular, junto con la ausencia de consumo de tóxicos, y una alimentación basada en la Dieta Mediterránea, que ha demostrado sus beneficios para la salud.